sábado, 27 de agosto de 2011

Un camino...


  Cuando en el año 2002 los colombianos eligieron presidente a Álvaro Úribe Vélez, lo hicieron convencidos (con bastante razón) de que el mayor problema en el país era el crecimiento continuo de la violencia entre el Estado y los grupos armados ilegales. Hoy, casi 10 años después, más de uno de los que votó en aquel entonces por el ex-presidente se arrepiente de haber dado su voto. Y no se arrepienten por que la violencia no hubiera sido un problema a tratar, sino porque el precio de esa elección fue alto, tan alto que hoy varios de los simpatizantes oficiales de Uribe están siendo judicializados, tan alto que sólo hoy nos damos cuenta de que el fin de los grupos armados ilegales no esta en el frente militar, sino también en el político y en el social. Hoy, está Bogotá inmersa en una situación parecida a la del 2002, donde la gran mayoría considera la corrupción el problema más urgente por solucionar en la ciudad.
  La avalancha de candidatos a la alcaldía y concejo ofrecerán un centenar de propuestas diferentes sobre cómo acabar con la corrupción en Bogotá. Más policía, inteligencia militar y mayores castigos son algunas de las propuestas. Y sí, suena fácil en el papel, pero un país donde hay 98% de impunidad, no puede aspirar a ampliar castigos sin antes descongestionar todo el sistema judicial y carcelario a nivel nacional, cada policía nuevo significa una persona menos que va a la universidad y produce recursos para el desarrollo, y la inteligencia militar es un riesgo que no estamos dispuestos a correr quienes creemos fervientemente en la democracia y los derechos de la oposición; los militares en las ciudades son símbolo ostracismo y opresión, aún cuando no lo parezca en un principio. Además, todos estos son paños de agua tibia mientras los ciudadanos no nos apoderemos de la ciudad.
  Durante 3 años estuvimos quietos y sin movernos frente a las ambiciosas manos de la familia Moreno Rojas que saqueaban los recursos de la ciudad, los impuestos nuestros, nuestra fuente más importante de desarrollo. Acabar con la corrupción empieza desde el momento en que salimos a la calle, cuando le confiamos nuestro voto a una propuesta, cuando pensamos a futuro en como vamos a solucionar el problema de la corrupción. Invertir en educación, enfatizar el trabajo social en los focos que generan el crimen en la ciudad como las ollas de drogadictos en los barrios o las organizaciones mafiosas de proxenetas que vulneran todo el tiempo los derechos fundamentales de las personas (hombres y mujeres) trabajadoras sexuales, y en especial fomentar la conciencia de los ciudadanos frente a la igualdad y a la cero tolerancia frente a la corrupción. Son proyectos de largo plazo que implican el trabajo activo de las autoridades, los dirigentes y de la ciudadanía. El primer paso se da ahora, el voto es un arma muy fuerte, por eso hay que pensar a futuro, involucrarse, confiar nuestros recursos públicos en personas de bien que hayan demostrado honestidad y eficiencia en el pasado. Lo que hacemos hoy, nos definirá mañana, depende entonces de nosotros los ciudadanos que en diez años no estemos arrepentidos de nuestro voto por buscar una solución rápida e ineficaz a la corrupción.
Ivan Jiménez


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